YA SE DE DONDE VIENE ESA MIRADA
Levántate. Vuela.
Pasa el bosque de antiguas encinas,
las quebradas, la sierra,
busca el cauce del río girando a tu derecha
y síguelo despacio.
Donde deja, cansado, el limo y se recuesta
entre granos de oro, vete al mar. Entra.
En el fondo, abraza tus rodillas. Espera. Respira con el alma.
Cuando sientas el abrazo del agua
abre los ojos,
encontrarás de frente su mirada.
Román Royo
Nos hablan desde su altura
orladas de cobre y oro
perpetuando un instante
ya muerto en tiempo remoto
que deja flotando al aire
vagos ecos misteriosos.
Nos miran en mudo gesto,
cautivadores y hermosos,
serenos, dulces, oscuros
ojos de mujer, los ojos
que nos hablan de silencios,
de amor y de amores rotos.
Mil ojos de mujer y es una sola,
sus ansias una sola y olvidada,
son cruces de una sola encrucijada
como las olas son sólo una ola.
Hay un nimbo fugaz, una aureola
que enmarca cada rostro, una llamada
de mujer, que no esconde a la mirada
los pétalos que guardan su corola.
Una sola mirada que suspira
desde un único lienzo sin saber
si el mundo que no ve es una mentira.
Mil rotundas miradas de mujer,
unánimes mirando, a quien las mira,
desde algún ignorado amanecer.
Carlos Beltrán